Recuerdo que de chico un día un amigo llegó a mi casa corriendo y con un casete en la mano, -escuchá esto- me dijo emocionado y con la respiración entrecortada. -Era Rock, era en inglés y era pesado, lo que significaba que iba en contra de todo lo que nos decían que era bueno, pero aún asi mi amigo aseguraba que era música cristiana, a mi no me quedo otra que creerle, ya que poco y nada entendía de inglés. Lo que sonaba era Petra, pero yo todavía no lo sabía. Lo pusimos y disfrutamos tanto de esa música tan buena o mejor que la del mundo (hablando de calidad musical). Éramos jóvenes (bah niños) y no sólo no queríamos escuchar la misma música que escuchaban nuestros padres (Ray Robles por ejemplo), sino que además nuestros espíritus se movían a otra velocidad y el rock con letras cristianas era un banquete para nuestros oídos. Ese Casete significaba que por fin podríamos escuchar música que nos gustaba sin tener cargos de conciencia, ya que por aquellas épocas en muchas de nuestras iglesias legalistas nos habían inculcado de a gotas en tantos campamentos y jornadas, que todo lo que se escapara de los añejos "himnarios de gloria" era satánico y más precisamente todo lo que fuera rock (lejos estaba yo de saber en esa época que el rock tenía profundas raíces cristianas).
Desde entonces, en secreto nos reuníamos a deleitarnos con esos sonidos celestiales que salían de la moderna cassetera stereo de mi amigo, en sesiones de Petra que duraban tardes enteras y en las que abusábamos sacándole el jugo a cada lado de ese casete. La felicidad duro lo que su mamá tardó en sospechar que algo nos traíamos entre manos, y un día fuimos sorprendidos por esa señora que era una muy buena mujer de Dios y que todavía lo sigue siendo…y bue el cassette terminó siendo perseguido y quemado sin poder confesar su cristianismo ante su furibunda inquisidora.
No había caso, esa música cumplía todos los requisitos para ser llevada a la hoguera: tenía guitarras eléctricas, baterías y estaba cantada en una lengua incomprensible para ella, en la que seguramente se adoraba al señor de la oscuridad …sin piedad le puso alcohol al cassette y le prendió fuego en un tacho, mientras lo reprendía ante nuestras llorosas miradas. Tenía 10 años, pero ya comenzaba a entender el significado de la palabra fundamentalismo.
Hoy en día en muchas de nuestras iglesias, "Take me in" de Petra ("llévame" para el resto de los que hablamos en castellano) es una de las más cantadas durante la adoración y muy seguramente la mamá de mi amigo también la canta, levantando las manos como una más de nosotros. Para mi fue una lección aprendida, muchas veces sólo necesitamos esperar en Dios, y el va a hacer relucir nuestra justicia como la luz de la mañana, eso dice su palabra y Él no es hombre para mentir. Ese casste quemado, tal vez como tantos otros, no fueron suficientes para detener la renovación en la Alabanza y la Adoración que hubo durante los ochenta y los noventa. La quema de ese cassete, representaba el temor a lo desconocido, a lo diferente, significaba el no poder controlar los nuevos caminos y formas que la palabra de Dios tomaba, No había maldad alguna en la acción de la mamá de mi amigo, tal vez si sobreprotección, condimentada con un poco de ignorancia y temor a lo desconocido.
El prohibir va de la mano de menor relacionamiento, a mayor relacionamiento menos reglamentos o prohibiciones…nosotros en ese entonces, teníamos prohibido por muchos lideres pastores y padres, sugestionados por estos, escuchar música Rock (no importa si era cristiana o no), ahora comprendo: ellos no querían darse el tiempo de escuchar con nosotros o de ver lo que veíamos o hacíamos; por eso lo más fácil, lo más práctico era prohibir.
Tuesday, November 06, 2007
Wednesday, July 04, 2007
iPod
Fui de lo más visceral.
Caí en la tentación
y no me libré del mal;
Hoy, creyéndome en la cima
me comí una cucharada
de mi propia medicina.
Mi carne fue más fuerte
ya que le di rienda suelta
y creyendo ir en contra de la corriente,
vengo a caer en cuenta
de que sólo soy otro creyente.
Uno más de la manada
de los que siempre dicen
que no se comen la carnada.
y con dolor lo reconozco,
eso que a mi nunca me pasaría,
hoy señores me costó
doscientos setenta dólares…más IVA.
Caí en la tentación
y no me libré del mal;
Hoy, creyéndome en la cima
me comí una cucharada
de mi propia medicina.
Mi carne fue más fuerte
ya que le di rienda suelta
y creyendo ir en contra de la corriente,
vengo a caer en cuenta
de que sólo soy otro creyente.
Uno más de la manada
de los que siempre dicen
que no se comen la carnada.
y con dolor lo reconozco,
eso que a mi nunca me pasaría,
hoy señores me costó
doscientos setenta dólares…más IVA.
Wednesday, May 09, 2007
Open Season
Román, Juan y Marco lideraban el grupo; Román ya llevaba más de dos horas avanzando al frente cuando le pareció ver algo familiar en el paisaje. Desde atrás
Marco, uno de sus asistentes guías, le grita: -Jefe, parece que estamos llegando...(el resto del grupo no los escucha, ya que vienen cada uno ensimismado en su propias conversaciones)....-turistas-...pensó Juan con desprecio, mientras flanqueaba de cerca a Román. Román se dio vuelta y alertó – sí, efectivamente este es el lugar, avisen al resto para que se prepare, y que hagan silencio, que en pocos metros más estaremos entrando a la zona de caza.
Marco se alejó de la delantera y se acerco al grupo mayor diciendo: señores, les pido por favor que hagan silencio, estamos a punto de entrar a la zona de caza –repitió- preparen sus armas y guarden silencio. El grupo de turistas en busca de aventuras extremas, comienza a inquietarse y en una mezcla de excitación y miedo siguen avanzando, esta vez con mayor sigilo y murmurando entre sí uno que otro comentario acerca de sus guías y del mismo paisaje que los rodea.
Roman comienza a escudriñar la maleza, tratando de detectar cualquier anomalía, algún movimiento, el más mínimo brillo o algo que delate a su presa. Su experiencia adquirida después de atravesar miles de veces la misma ruta le ha dejado un sexto sentido.
De pronto Román casi un vaqueano de la zona, se sumerje en sus jóvenes años, cuando hacía lo mismo pero por necesidad, una que nunca pudo explicar bien, persiguiendo el verano; pero a esta altura de su existencia es verano en cualquier lado, adonde vaya...ya no debe correr del invierno, como lo hacía en otras épocas y ya no responde al instinto como ocurría con sus antepasados. Ahora vuelve a esta ruta, sólo por negocios.
Un pequeño destello en el paisaje, lo hace regresar de sus pensamientos, fija la mirada y aunque no lo puede distinguir con claridad, sospecha que esta a punto de desatarse la acción, así que con un leve movimiento alerta a sus dos asistentes para que se preparen. Marco, ubicado cerca del grupo mayor, empieza a hacer las señas y los turistas se ponen tensos, mientras tratan de seguir al pie de la letra los pasos que tantas veces ensayaron días antes.
Un estampido, quiebra el silencio. Roman y sus asistentes mantienen la calma; pero algunos de los del grupo se inquietan, uno muy nervioso se aleja del montón y trata de huir. Otro disparo vuelve a escucharse, esta vez seguido de un doloroso graznido. Juan, que ahora se encuentra más cerca del grupo mayor, mira para atrás y sólo ve las plumas del turista que intentó alejarse y que ahora cae en picada. –Turistas- vuelve a decirse, y mirando al resto con desprecio les lanza un severo graznido: -que eso les sirva de lección. Sigan las instrucciones y volverán a casa con todas sus plumas y una historia, para contar...-mientras Román, con voz de mando, emite otro graznido con las instrucciones a sus dos asistentes guías, a la vez que con habilidad dirige las acciones evasivas con las que evitan las balas que provienen de los cazadores escondidos en la maleza, varios metros debajo de ellos.
Al terminar de sobrevolar la zona de caza, y al encontrarse lejos de las mortíferas armas, Román se da vuelta a observar como salen de sus guaridas los 5 cazadores que los acechaban...Entonces da la orden: primero sus guías y luego los del grupo, dan un giro acrobático y se lanzan en picada sobre los cazadores que sorprendidos por el comportamiento de los patos, no saben como reaccionar. A un velocidad nunca antes observada en patos silvestres y a una altura bajísima, se acercan maniobrando de manera imprevisible. Cuando alcanzan a los hombres, liberan su mortífera carga de pequeños torpedos directamente sobre ellos. Estos a su vez, tratan de huir a sus respectivas guaridas, pero soprendidos en su desesperación no logran alcanzar la velocidad necesaria...-Afinen la punteria!!!-...grita una vez más Román, al observar que muchos de los proyectiles no dan en el blanco. –Turistas!- vuelve a graznar con deprecio Juan, mientras descarga su batería de proyectiles sobre un cazador. Después de varios vuelos razantes, uno a uno los cazadores, empiezan a caer...el último de ellos, logra responder con fuego derribando a un turista más, antes de ser acribillado por 5 torpedos.
Al concluir el ataque Román y sus dos asistentes, en varias maniobras ágiles logran atrapar algunos cuantos sombreros de cazador, uno de los botines más preciados para los excursionistas en este tipo de Safaris.
De regreso, Marco lidera el grupo que vuela en “V”, mientras Juan, segundo en la formación, escucha como los miembros de la excursión se regodean en sus hazañas, sobreexcitados por las emociones de lo que acaban de vivir. ¡Turistas!-, vuelve a pensar Juan con desprecio.
Atrás de todos viene Román, nadie se ha percatado de su vuelo lento, ni siquiera él, que apoyado en la aerodinamia de la formación de vuelo, tampoco parece darse cuenta de la disminución en sus fuerzas, hasta que lo que parecía ser nada más que una molestia en su ala izquierda, lo termina debilitando a tal punto que empieza caer.
Esta vez descansa, mientras sus pensamientos viajan más lejos de lo que él podrá llegar.
Marco, uno de sus asistentes guías, le grita: -Jefe, parece que estamos llegando...(el resto del grupo no los escucha, ya que vienen cada uno ensimismado en su propias conversaciones)....-turistas-...pensó Juan con desprecio, mientras flanqueaba de cerca a Román. Román se dio vuelta y alertó – sí, efectivamente este es el lugar, avisen al resto para que se prepare, y que hagan silencio, que en pocos metros más estaremos entrando a la zona de caza.
Marco se alejó de la delantera y se acerco al grupo mayor diciendo: señores, les pido por favor que hagan silencio, estamos a punto de entrar a la zona de caza –repitió- preparen sus armas y guarden silencio. El grupo de turistas en busca de aventuras extremas, comienza a inquietarse y en una mezcla de excitación y miedo siguen avanzando, esta vez con mayor sigilo y murmurando entre sí uno que otro comentario acerca de sus guías y del mismo paisaje que los rodea.
Roman comienza a escudriñar la maleza, tratando de detectar cualquier anomalía, algún movimiento, el más mínimo brillo o algo que delate a su presa. Su experiencia adquirida después de atravesar miles de veces la misma ruta le ha dejado un sexto sentido.
De pronto Román casi un vaqueano de la zona, se sumerje en sus jóvenes años, cuando hacía lo mismo pero por necesidad, una que nunca pudo explicar bien, persiguiendo el verano; pero a esta altura de su existencia es verano en cualquier lado, adonde vaya...ya no debe correr del invierno, como lo hacía en otras épocas y ya no responde al instinto como ocurría con sus antepasados. Ahora vuelve a esta ruta, sólo por negocios.
Un pequeño destello en el paisaje, lo hace regresar de sus pensamientos, fija la mirada y aunque no lo puede distinguir con claridad, sospecha que esta a punto de desatarse la acción, así que con un leve movimiento alerta a sus dos asistentes para que se preparen. Marco, ubicado cerca del grupo mayor, empieza a hacer las señas y los turistas se ponen tensos, mientras tratan de seguir al pie de la letra los pasos que tantas veces ensayaron días antes.
Un estampido, quiebra el silencio. Roman y sus asistentes mantienen la calma; pero algunos de los del grupo se inquietan, uno muy nervioso se aleja del montón y trata de huir. Otro disparo vuelve a escucharse, esta vez seguido de un doloroso graznido. Juan, que ahora se encuentra más cerca del grupo mayor, mira para atrás y sólo ve las plumas del turista que intentó alejarse y que ahora cae en picada. –Turistas- vuelve a decirse, y mirando al resto con desprecio les lanza un severo graznido: -que eso les sirva de lección. Sigan las instrucciones y volverán a casa con todas sus plumas y una historia, para contar...-mientras Román, con voz de mando, emite otro graznido con las instrucciones a sus dos asistentes guías, a la vez que con habilidad dirige las acciones evasivas con las que evitan las balas que provienen de los cazadores escondidos en la maleza, varios metros debajo de ellos.
Al terminar de sobrevolar la zona de caza, y al encontrarse lejos de las mortíferas armas, Román se da vuelta a observar como salen de sus guaridas los 5 cazadores que los acechaban...Entonces da la orden: primero sus guías y luego los del grupo, dan un giro acrobático y se lanzan en picada sobre los cazadores que sorprendidos por el comportamiento de los patos, no saben como reaccionar. A un velocidad nunca antes observada en patos silvestres y a una altura bajísima, se acercan maniobrando de manera imprevisible. Cuando alcanzan a los hombres, liberan su mortífera carga de pequeños torpedos directamente sobre ellos. Estos a su vez, tratan de huir a sus respectivas guaridas, pero soprendidos en su desesperación no logran alcanzar la velocidad necesaria...-Afinen la punteria!!!-...grita una vez más Román, al observar que muchos de los proyectiles no dan en el blanco. –Turistas!- vuelve a graznar con deprecio Juan, mientras descarga su batería de proyectiles sobre un cazador. Después de varios vuelos razantes, uno a uno los cazadores, empiezan a caer...el último de ellos, logra responder con fuego derribando a un turista más, antes de ser acribillado por 5 torpedos.
Al concluir el ataque Román y sus dos asistentes, en varias maniobras ágiles logran atrapar algunos cuantos sombreros de cazador, uno de los botines más preciados para los excursionistas en este tipo de Safaris.
De regreso, Marco lidera el grupo que vuela en “V”, mientras Juan, segundo en la formación, escucha como los miembros de la excursión se regodean en sus hazañas, sobreexcitados por las emociones de lo que acaban de vivir. ¡Turistas!-, vuelve a pensar Juan con desprecio.
Atrás de todos viene Román, nadie se ha percatado de su vuelo lento, ni siquiera él, que apoyado en la aerodinamia de la formación de vuelo, tampoco parece darse cuenta de la disminución en sus fuerzas, hasta que lo que parecía ser nada más que una molestia en su ala izquierda, lo termina debilitando a tal punto que empieza caer.
Esta vez descansa, mientras sus pensamientos viajan más lejos de lo que él podrá llegar.
Friday, April 27, 2007
Y que te haga Libre
Te doy mi palabra.
Mañana te voy a decir la verdad,
toda la verdad, y nada más que la verdad;
y el día después de mañana, voy a reincidir.
Voy a contarte todo lo que ví, todo lo que sé
pero no me voy a conformar con eso,
porque a veces las cosas no son lo que parecen
Por eso me comprometo a buscarla…
A buscar la verdad, hasta sus últimas consecuencias
Y cuando la encuentre,
prometo ponerla en cada una de mis palabras.
Palabras que no se lleve el viento;
palabras que no se vendan, que no se compren,
palabras que no se doblen, ni se arrodillen ante nadie.
Porque cueste lo que cueste,
duela a quien le duela,
caiga quien caiga,
mañana te voy a decir la verdad;
Te doy mi palabra.
Mañana te voy a decir la verdad,
toda la verdad, y nada más que la verdad;
y el día después de mañana, voy a reincidir.
Voy a contarte todo lo que ví, todo lo que sé
pero no me voy a conformar con eso,
porque a veces las cosas no son lo que parecen
Por eso me comprometo a buscarla…
A buscar la verdad, hasta sus últimas consecuencias
Y cuando la encuentre,
prometo ponerla en cada una de mis palabras.
Palabras que no se lleve el viento;
palabras que no se vendan, que no se compren,
palabras que no se doblen, ni se arrodillen ante nadie.
Porque cueste lo que cueste,
duela a quien le duela,
caiga quien caiga,
mañana te voy a decir la verdad;
Te doy mi palabra.
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