Wednesday, May 09, 2007

Open Season

Román, Juan y Marco lideraban el grupo; Román ya llevaba más de dos horas avanzando al frente cuando le pareció ver algo familiar en el paisaje. Desde atrás
Marco, uno de sus asistentes guías, le grita: -Jefe, parece que estamos llegando...(el resto del grupo no los escucha, ya que vienen cada uno ensimismado en su propias conversaciones)....-turistas-...pensó Juan con desprecio, mientras flanqueaba de cerca a Román. Román se dio vuelta y alertó – sí, efectivamente este es el lugar, avisen al resto para que se prepare, y que hagan silencio, que en pocos metros más estaremos entrando a la zona de caza.
Marco se alejó de la delantera y se acerco al grupo mayor diciendo: señores, les pido por favor que hagan silencio, estamos a punto de entrar a la zona de caza –repitió- preparen sus armas y guarden silencio. El grupo de turistas en busca de aventuras extremas, comienza a inquietarse y en una mezcla de excitación y miedo siguen avanzando, esta vez con mayor sigilo y murmurando entre sí uno que otro comentario acerca de sus guías y del mismo paisaje que los rodea.
Roman comienza a escudriñar la maleza, tratando de detectar cualquier anomalía, algún movimiento, el más mínimo brillo o algo que delate a su presa. Su experiencia adquirida después de atravesar miles de veces la misma ruta le ha dejado un sexto sentido.
De pronto Román casi un vaqueano de la zona, se sumerje en sus jóvenes años, cuando hacía lo mismo pero por necesidad, una que nunca pudo explicar bien, persiguiendo el verano; pero a esta altura de su existencia es verano en cualquier lado, adonde vaya...ya no debe correr del invierno, como lo hacía en otras épocas y ya no responde al instinto como ocurría con sus antepasados. Ahora vuelve a esta ruta, sólo por negocios.
Un pequeño destello en el paisaje, lo hace regresar de sus pensamientos, fija la mirada y aunque no lo puede distinguir con claridad, sospecha que esta a punto de desatarse la acción, así que con un leve movimiento alerta a sus dos asistentes para que se preparen. Marco, ubicado cerca del grupo mayor, empieza a hacer las señas y los turistas se ponen tensos, mientras tratan de seguir al pie de la letra los pasos que tantas veces ensayaron días antes.
Un estampido, quiebra el silencio. Roman y sus asistentes mantienen la calma; pero algunos de los del grupo se inquietan, uno muy nervioso se aleja del montón y trata de huir. Otro disparo vuelve a escucharse, esta vez seguido de un doloroso graznido. Juan, que ahora se encuentra más cerca del grupo mayor, mira para atrás y sólo ve las plumas del turista que intentó alejarse y que ahora cae en picada. –Turistas- vuelve a decirse, y mirando al resto con desprecio les lanza un severo graznido: -que eso les sirva de lección. Sigan las instrucciones y volverán a casa con todas sus plumas y una historia, para contar...-mientras Román, con voz de mando, emite otro graznido con las instrucciones a sus dos asistentes guías, a la vez que con habilidad dirige las acciones evasivas con las que evitan las balas que provienen de los cazadores escondidos en la maleza, varios metros debajo de ellos.
Al terminar de sobrevolar la zona de caza, y al encontrarse lejos de las mortíferas armas, Román se da vuelta a observar como salen de sus guaridas los 5 cazadores que los acechaban...Entonces da la orden: primero sus guías y luego los del grupo, dan un giro acrobático y se lanzan en picada sobre los cazadores que sorprendidos por el comportamiento de los patos, no saben como reaccionar. A un velocidad nunca antes observada en patos silvestres y a una altura bajísima, se acercan maniobrando de manera imprevisible. Cuando alcanzan a los hombres, liberan su mortífera carga de pequeños torpedos directamente sobre ellos. Estos a su vez, tratan de huir a sus respectivas guaridas, pero soprendidos en su desesperación no logran alcanzar la velocidad necesaria...-Afinen la punteria!!!-...grita una vez más Román, al observar que muchos de los proyectiles no dan en el blanco. –Turistas!- vuelve a graznar con deprecio Juan, mientras descarga su batería de proyectiles sobre un cazador. Después de varios vuelos razantes, uno a uno los cazadores, empiezan a caer...el último de ellos, logra responder con fuego derribando a un turista más, antes de ser acribillado por 5 torpedos.
Al concluir el ataque Román y sus dos asistentes, en varias maniobras ágiles logran atrapar algunos cuantos sombreros de cazador, uno de los botines más preciados para los excursionistas en este tipo de Safaris.



De regreso, Marco lidera el grupo que vuela en “V”, mientras Juan, segundo en la formación, escucha como los miembros de la excursión se regodean en sus hazañas, sobreexcitados por las emociones de lo que acaban de vivir. ¡Turistas!-, vuelve a pensar Juan con desprecio.
Atrás de todos viene Román, nadie se ha percatado de su vuelo lento, ni siquiera él, que apoyado en la aerodinamia de la formación de vuelo, tampoco parece darse cuenta de la disminución en sus fuerzas, hasta que lo que parecía ser nada más que una molestia en su ala izquierda, lo termina debilitando a tal punto que empieza caer.


Esta vez descansa, mientras sus pensamientos viajan más lejos de lo que él podrá llegar.

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